El de la literatura erótica es un campo espinoso. Oscilando entre la estigmatización pacata y la exaltación histérica, pasando por todos los matices, el mercado literario ha establecido desde siempre relaciones problemáticas con este género. Baste como ejemplo el contraste entre la súbita y universal visibilidad que ha adquirido últimamente, a partir de la saga de las 50 sombras de E. L. James, y el silencio casi sistemático que la crítica dedicó durante años a la mayoría de las obras premiadas en el concurso de género La Sonrisa Vertical, que –entre otros motivos– llevó a la suspensión del certamen en 2004.
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Cuando calienta el sol
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